viernes, 29 de agosto de 2008

Psique y Literatura.



Alma y Arte

Partiendo de la propuesta presentada por Juan Fernández docente de taller tercer ciclo de Facultad de Psicología (UDELAR), plantea la elección de un tema de particular interés para cada unos de los estudiantes, en relación a la psicología. Particularmente tomé como punto de partida la relación entre psicoanálisis y la literatura. Resulta así: “Psicoanálisis de la experiencia literaria”, material seleccionado por mi como referencia al trabajo escrito por Isabel Paraíso (psicoanalista) (Cátedra, Madrid, 1994).
La autora realiza un análisis a cerca del proceso de la creación literaria a partir de la teoría psicoanalítica.
La obra literaria considerada como producción cultural, según el psicoanálisis, surge a partir del inconsciente del sujeto y en su mayoría es de origen sexual, actuando sobre el mismo el mecanismo de la “represión”. Éste es el principal mecanismo de defensa del Yo, donde representaciones (pensamientos, imágenes, recuerdos) son rechazadas por el sujeto de la conciencia haciéndolas inconscientes.
Otro de los mecanismos que actúa sobre el proceso de creación literaria es lo que Freud llama: “Sublimación”, la cual trasforma en cultura esa pulsión sexual haciéndola socialmente aceptable.
La actividad artística y la investigación intelectual para Freud, son las principales actividades sublimadas por el Hombre.
Esa actividad sexual trasformada en actividad sublimada posee un tiempo intermedio, el de retracción de la libido (energía erótica) sobre el Yo, logrando la desexualización orientada hacia actividades no sexuales.
Este proceso de retraimiento de la libido, retirada de sus objetos exteriores, es lo que se llama “narcisismo secundario”. Existe un equilibrio entre la “libido del Yo” y la “libido de objeto”, cuanto más aumenta una disminuye la otra. Este repliegue de la libido sobre el creador, cree Freud, es indispensable para la creación literaria.
A partir de la nítida distinción entre persona y sujeto enunciador del texto literario en la actualidad es una de las adquisiciones teórico-literarias más firmes.
En los últimos cuarenta años se contraponían la afirmación de que el significado de un texto es independiente del control de su autor; y por otro, la doctrina literaria de que la poesía mejor es impersonal, objetiva y autónoma, con vida propia separada de la vida del autor.
A cerca de la personalidad del escritor, se tendrá en cuenta diversos psicoanalistas freudianos, para quienes la persona coincide siempre con el escritor.
Hanna Segal (psicoanalista), se plantea la posibilidad de aislar en la psicología del artista, aspectos específicos que le permitan producir una obra de arte satisfactoria. Esta autora parte de la “posición depresiva” Kleiniana, explicando que la gran precocidad vivencial y el sentimiento de omnipotencia infantil, sería pues, la clave de la “personalidad artística”.
Dentro del proceso creativo existe un “móvil” que empuja al lector (o espectador) hacia la obra literaria: el gusto (en psicoanálisis: “placer”). El psicoanálisis distingue entre: placer de la forma literaria, y la descarga de tensiones o “catarsis”. También surge una distinción entre: “placer individual” y “placer universal”.
Ese proceso de recepción tiene como mecanismo psicológico básico la “Identificación”. Junto a ésta, existe otro mecanismo cuya naturaleza es principalmente estética, es la consideración de la obra literaria como ficción: “ficcionalidad” (en psicología “ilusión estética”).
La teoría psicoanalítica tiene en cuenta la identificación psíquica entre vivencias del receptor y del emisor (por medio del “Héroe”, protagonista de la obra literaria) como punto de impacto estético que la lectura o representación teatral produce.
A partir de algunas obras literarias (“Edipo Rey” de Sófocles, “Hamlet” de Shakespeare) tenidas en cuenta por Freud en su teoría psicoanalítica, nos muestra una vez más al “Complejo de Edipo” como base de identificación entre el espectador y el personaje (y entre éste y su creador) como base de encanto-fascinación y horror con que la obra se apodera de nosotros.
Desde una postura del psicoanálisis frente al texto, algunos autores señalan la presencia del lenguaje como aspecto relevante a tener presente en cuanto a la lectura psicoanalítica del fenómeno literario, donde la palabra es un medio para profundizar en la subjetivación de los individuos. El lenguaje constituye lo simbólico el cual posibilita una articulación entre lo real y lo imaginario. Esto, resulta opuesto a la lectura pragmática del fenómeno literario. La palabra en el uso analítico dentro del ámbito simbólico se expresa como específico e inherente al propio lenguaje como expresión de subjetividad.
Con esto se exponen dos formas del predominio del contenido de la forma: inmanente en el psicoanálisis y trascendente en la pragmática.
Frente la crisis de la cultura misma en la era del capitalismo tardío, posindustrial y posmoderno, en la crítica actual la confluencia entre ambas tal vez se explique por un contexto ideológico de cuestionamiento de la ciencia tradicional o clásica.
Al margen de controversias aún existentes, la orientación metodológica diferencia radicalmente al analista del crítico literario. Este último opuesto al primero, actúa en el presente del lenguaje de la obra, sus recursos y elementos para descubrir su naturaleza de suceso cognoscitivo.

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